Los niños, desde pequeños, manipulan una computadora, un teléfono móvil, una tablet o un videojuego. Las especialistas Maricela Gonzáles y Gloria Huarcaya, del ICF, reflexionan sobre el rol de los padres en la era digital.
Por Tania Elías. 04 julio, 2016.Las nuevas tecnologías de la comunicación e información (TIC’s) han traído consigo una revolución social, van acompañadas de una multitud de cambios en los procesos sociales, en las pautas del comportamiento y en la construcción de la propia identidad. Como afirma Fernando García Fernández, en el libro Manzanas y Serpientes, “la tecnología no es neutra sino que influye en nuestro modo de ser y de actuar”.
Las TIC’s han beneficiado y facilitado enormemente la vida de los usuarios: velocidad en la información, mejor comunicación, menos distancia entre las personas, mayor procesamiento en paralelo, etc. Sin embargo, también presentan muchos peligros y riesgos, especialmente para los más pequeños.
Su uso excesivo puede producir efectos extremos: abusos (acoso, pedofilia), adicciones (pornografía, ludopatía) y comportamientos de riesgo (sexting o difusión de imágenes eróticas de uno mismo a través de mensajes de texto o redes sociales).
El uso descontrolado de las TIC’s puede perjudicar el desarrollo de los niños: en medio de una vorágine consumista se convierten en esclavos de un “me gusta”, viven pendientes de su apariencia y de su “muro”, y construyen personalidades egocéntricas, fracturadas, incapaces de diferenciar lo superfluo de lo realmente importante.
El autocontrol de adultos
Adultos y niños en crecimiento son afectados por la omnipresencia de internet y sus estímulos constantes, que capturan su atención y pueden llegar a perjudicar el rendimiento en el trabajo y las relaciones personales. Algunos estudios calculan que un adulto promedio gasta 5 horas diarias en los medios digitales, y revisa más de 200 veces su celular durante el día. (MercatorNet, 2016)
Ante esta realidad, corresponde en primer orden, autoevaluarnos constantemente sobre el autocontrol y el rendimiento efectivo del tiempo, para con esa autoridad formar a niños y adolescentes en el uso responsable y moderado de las TIC’s. No se trata de una instrucción técnica, sino de una formación intelectual, afectiva y moral que les permita mostrarse y relacionarse como verdaderamente son.
Prohibir no es lo mejor, sino educarles con responsabilidad, para que hagan un uso prudente de las TICs. Esto implica también conversar –sin tintes conflictivos- de temas más relevantes como los potenciales riesgos, o la superficialidad de las redes sociales.
Conocer los medios
Uno de los principales obstáculos es el desconocimiento de los padres en el uso de estos medios, cuestión que se puede compensar con el sentido común y la experiencia de vida, trasladando los criterios del mundo real al mundo virtual: ¿conversarías con un desconocido?, ¿podrías enamorarte de alguien a quien nunca has visto?, ¿mostrarías una foto íntima a todo el mundo?, etc.
Aunque las TIC’s conectan a un mundo virtual, su uso es real y sus efectos también lo son: todo lo que se publica en internet permanece para siempre (comentarios, fotos, videos), por eso es importante reflexionar antes de publicar o compartir, pues alguna información puede perjudicar nuestra propia imagen o la de otras personas. Aquello que es nocivo en la realidad, lo es también en el mundo digital. Hay que adelantarse y prevenir los riesgos.
Enseñar con ejemplo
Las TIC’s ofrecen grandes beneficios para la expresión, la comunicación, el trabajo cooperativo, el voluntariado, el liderazgo social. Hacen mal aquellos padres que las rechazan y no realizan ningún esfuerzo por aprender a usarlas. Lo ideal sería que ellos mismos enseñen a sus hijos a utilizarlas, navegando juntos, compartiendo videojuegos o ayudándoles a crear sus perfiles públicos en redes sociales.
Son los padres quienes pueden orientar a sus hijos para que entiendan que “el valor de la amistad” no se mide por la cantidad de “amigos” o “seguidores” en redes; sino que se forja por las experiencias comunes que se comparten con las personas afines, en un clima de confianza, seguridad y calidez.
Puede ser muy fácil sucumbir en la tentación de comprar un celular o crear un perfil de Facebook para un niño de primaria (seguramente por la presión de que “todos” lo tienen), pero la toma de decisión debería plantearse al menos las siguientes cuestiones: mi hijo ¿realmente lo necesita?, ¿es maduro para poder procesar la inmensa cantidad de información que recibirá?, ¿es capaz de poder manejar sus relaciones sociales online?
Para tener en cuenta:
- Los padres deben dar el primer ejemplo de un uso moderado de las TIC’s
- Fije tiempos de uso y algunas normas básicas para toda la familia. Por ejemplo, nadie contesta llamadas ni chatea mientras estamos comiendo en la mesa.
- Encuentre espacios para la conversación familiar y el esparcimiento, sin dependencia de las TIC’s
- Instale filtros para evitar el consumo de contenidos nocivos como la pornografía y la violencia.
- Active el safety mode de Youtube.
- Ayude a sus hijos a reforzar el nivel de privacidad de sus redes sociales.
- Estimule la generación de contenidos propios que vayan más allá de lo cotidiano y superficial.
- Muéstrele las diferentes oportunidades de ocio productivo que ofrece el internet.
- Ilusionarles con herramientas educativas online puede ayudarles a reforzar sus conocimientos escolares
- No adquiera videojuegos con contenido violento o que estimulen a comportamientos indecentes.
Recursos para padres:
www.protegeles.com
www.safesmartsocial.com
www.commonsensemedia.org